martes, 28 de junio de 2011

Sin ladrillo no nos salen las cuentas....

Hay que ver lo que cunde un informe bancario, en este caso el Banco de Inversiones de Basilea (BIS). Si ayer nos daba un palo demogriafico, hoy en este suelto aparecido en larioja.com, que merece la pena leer hasta el final, nos dice cosas que merecen una reflexión. Me quedo con "dejar a un lado a los sectores en declive para no producir «un efecto de expulsión o desplazamiento de otros más dinámicos». Mosquis, que dice Homer.
 España hace ahora denodados esfuerzos por rebajar su déficit, mientras expertos y políticos evocan con nostalgia aquel año 2007, el último de bonanza, en que las cuentas públicas se saldaron con un excedente superior a 23.000 millones de euros, equivalente a más de 2 puntos de PIB, el más elevado de la democracia. Aquellos tiempos no volverán. El Banco de Pagos Internacionales de Basilea (BIS, por sus siglas en inglés) calcula que al menos un tercio de aquel superávit lo aportó el ladrillo. Y aconseja a los responsables económicos españoles dejar a un lado a los sectores en declive para no producir «un efecto de expulsión o desplazamiento de otros más dinámicos».
Su vaticinio es que los tiempos dorados no volverán. Al menos, no lo harán a medio plazo, porque la crisis ha tenido un coste enorme y dejado un lastre difícil de aliviar. Para recuperarse de las pérdidas hace falta una larga etapa de crecimiento elevado, lo que considera «poco probable». En primer lugar, por las altas tasas de paro alcanzadas. Además, considera que gran parte del capital acumulado en tiempos de vacas gordas (tanto físico como humano), principalmente en los sectores financiero y de la construcción, «es menos útil de lo que originariamente se pensó».
Prácticamente tres años después de que la quiebra de Lehman Brothers provocara en estas y otras economías avanzadas la contracción más severa desde la Gran Depresión, los desequilibrios persisten, y son la causa de que la recuperación sea tan tibia. España todavía se mueve en tasas de crecimiento interanual que podrían estar en 2011 en torno al 1%, y no hay que olvidar que se comparan con el periodo más agudo de la crisis. Costará mucho volver a los niveles previos, y el BIS describe un panorama en el que la corrección alcanza un amplio impacto, que va desde el consumo a las finanzas públicas.
En el punto de partida se dieron elevados precios de los inmuebles, tanto en España como en Irlanda o el Reino Unido. Los bancos estaban detrás, porque los fuertes incrementos en la concesión de créditos a empresas y familias tuvieron un doble efecto perverso, al disparar a la vez el importe de las viviendas y la ya abultada deuda del sector privado. En el mercado laboral español -cita el informe del BIS- la construcción llegó a emplear al 13% de la población activa en el 2007, tres puntos más que la década anterior.
Daños
Y aunque España no es un centro financiero internacional como era Irlanda, sus balances bancarios experimentaron una rápida escalada. Los activos bancarios pasaron de ser el equivalente al 2,6% del PIB en el 2003 a más del 4% cuando estalló la burbuja inmobiliaria. Los autores del informe denuncian que, como el sector bancario asigna los recursos que impulsan el crecimiento general, la expansión de la construcción y el descomunal avance financiero dañaron otros sectores al sustraerles los factores necesarios (empleo cualificado, fondos para invertir) para su desarrollo.
Muchos de los préstamos concedidos en momentos de auge se apoyaban en la hipótesis de que los precios de la vivienda seguirían subiendo. Para hacer frente a su rápida caída, los hogares de Irlanda, España, Reino Unido y Estados Unidos han empezado a reducir el peso de la deuda sobre sus ingresos. En España, la rebaja ha sido de 8 puntos entre el 2008 y 2010, pero las familias ya no pueden sostener ese esfuerzo. Ya que el recorte del gasto desploma el consumo, el BIS insiste en su recomendación de facilitar el crecimiento de otros sectores económicos para que tomen el relevo.
Las cuentas públicas tampoco lo tienen fácil. Si la Gran Recesión no se ha convertido en la Gran Depresión -comenta el BIS- es porque en los países desarrollados se intenta mantener la protección social incluso cuando caen los ingresos. Pero las alertas del informe inciden en un aspecto más preocupante: buena parte del superávit de los tiempos de bonanza respondía a los 'excesos' del ladrillo y del sector financiero. En España, cabe atribuir a la construcción aproximadamente un tercio del 'histórico' superávit del 2007, calculan los expertos.
En otras palabras, los ingresos públicos estaban inflados por la burbuja, que contribuyó con casi tres puntos porcentuales a su tasa de crecimiento de aquel año. «La brecha entre ingresos y gastos abierta por la crisis probablemente no se cierre ni siquiera al ir recuperándose la economía», concluyen los autores, y reiteran su recomendación de reconducir las políticas fiscales. Los gobiernos debieran aplicar medidas como los recortes de las subvenciones a industrias en declive y el apoyo al reciclaje profesional de los trabajadores de sectores como la construcción y el financiero.

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