En Las Provincias nos dan una solución a la crisis, una especie de Bienvenido Mr Marshall que a golpe de dolar puede arreglar la cuenta de resultados de alguna empresa constructora o concesionaria española, que a la postre son primas hermanas. y de las gordas Eso sí, con en Sr. Bernanke imprimiendo así cualquiera se monta un plan EE. EE de EEUU. Aunque antes de descorchar la botella de champán... ¿De quien es ahora la mayoría en el Congreso.?
EE UU pondrá sobre la mesa 359.000 millones de euros para renovar 242.000 kilómetros de carreteras y 6.438 kilómetros de líneas férreas, además de rehabilitar otros 241 kilómetros de pistas de aeropuertos.
De no mediar la fiera oposición del Partido Republicano en el Congreso a expandir el gasto público, Estados Unidos estaría embarcado ya en el mayor esfuerzo inversor en infraestructuras desde que el presidente Eisenhower lanzó el Sistema Interestatal de Carreteras en la década de 1950. Tras su llegada a la Casa Blanca, Barack Obama ha tratado -quizás no con tanta habilidad que otros mandatarios en crisis anteriores- de aplicar recetas keynesianas como método para estimular la débil actividad económica. De entrada, el modesto paquete de estímulo aprobado en 2009 ha tenido una incidencia insignificante dada la envergadura de las necesidades.Gracias, sobre todo, a los periodos de recesión en los que se hizo imprescindible abrir la cartera, EE UU puede vanagloriarse de haber creado una fenomenal red de infraestructuras sin la cual no se entendería su hegemonía. Hoy, sin embargo, la mayoría de esos servicios se encuentran en un estado tan deplorable e ineficiente que pueden convertirse en el talón de Aquiles de su desarrollo futuro. Una familia estadounidense media gasta al año más en transporte que en comida. Las carreteras, cada vez más congestionadas, cuestan unos 60.000 millones de euros anuales en productividad perdida y combustible desperdiciado. La mayoría de los grandes aeropuertos, abarrotados de pasajeros, pierden otros 7.500 millones a causa de los retrasos. Un tanto más podría decirse de las redes eléctricas, increíblemente anticuadas, o de los sistemas de conducción de agua y saneamiento.
Con ese telón de fondo, el Ejecutivo estadounidense acaba de llamar por segunda vez a las puertas del Congreso para que dé el visto bueno a una iniciativa de 38.000 millones de euros de cara a iniciar la modernización de las deterioradas carreteras, ferrocarriles y aeropuertos del país. Se trata del comienzo de un ambicioso plan valorado en 359.000 millones que mantiene en vilo a empresas punteras nacionales y extranjeras, entre las que tienen mucho que decir las grandes constructoras españolas con presencia en EE UU. En juego hay nada menos que la renovación de 242.000 kilómetros de carreteras y 6.438 kilómetros de líneas férreas, así como la rehabilitación de 241 kilómetros de pistas aéreas, además de nuevos sistemas de control de vuelo.
"Lo que necesitamos es un sistema inteligente de infraestructuras a la altura de las necesidades del siglo XXI, que fomente comunidades sostenibles con acceso más fácil a nuestros empleos, escuelas y viviendas. Y que disminuya el tiempo que pasamos viajando y aumente la facilidad de movimiento», ha declarado Obama después de admitir que su país está muy por detrás que China, la UE o Rusia en el porcentaje de inversión por habitante en este terreno.
En los cuarteles generales de ACS, Acciona, FCC, Ferrovial, Sacyr y OHL se sigue con atención el desarrollo de este plan, que podría ser crucial para su expansión en un mercado que consideran estratégico. No en balde, cuatro de las nueve mayores empresas concesionarias de autopistas del mundo son españolas y ese liderazgo les ha permitido obtener numerosas concesiones en EE UU. Destacan Cintra (Ferrovial), Sacyr, ACS y su participada Abertis, quienes gestionan más de 7.000 kilómetros de autopista en varios estados. El protagonismo de compañías españolas, francesas e italianas, con una larga experiencia en la gestión de autopistas de peaje, se presume dominante si la Administración estadounidense es capaz de articular el grueso de sus proyectos.
En el sector aéreo
En el capítulo de la modernización de aeropuertos, Ferrovial saca pecho con su participada BAA. La compañía ya gestiona totalmente el aeródromo de Indianápolis y parte de las instalaciones aeroportuarias de Pittsburgh, Boston y Baltimore. Otras potentes constructoras españolas están involucradas en procesos de licitación en marcha no estrictamente relacionados con los planes del Gobierno federal. Destaca ACS, que ha conseguido llevarse un proyecto de gran envergadura como la ampliación del metro de Nueva York.Por su parte, OHL, que ha adquirido varias constructoras locales, cuenta entre sus proyectos más destacados con la ampliación del metro de Miami, para conectarlo con el aeropuerto y la construcción del mayor intercambiador de autopistas del país en la misma ciudad. Asimismo, FCC fue galardonada recientemente por la construcción de la autopista I-95 Miami Express, su primera gran concesión en EE UU.
Pero si hay un sector donde las multinacionales españolas pueden colocarse con ventaja ese es el de la alta velocidad. Considerado por el propio Obama un modelo a copiar, las empresas que sustentan el AVE, encabezadas por Renfe, no paran de hacer movimientos de cara a colocarse con ventaja en el desarrollo los 11 corredores de alta velocidad proyectados. Uno de ellos, la línea Tampa-Orlando, pretende contar con el ferrocarril rápido más moderno del país, con unas prestaciones superiores a la línea Washington-Nueva York-Boston, cuyos trenes están lejos de alcanzar los estándares europeos. El propio ministro de Fomento, José Blanco, viajará a EE UU en breve para hablar del asunto.
En Las Provincias nos dan una solución a la crisis, una especie de Bienvenido Mr Marshall que a golpe de dolar puede arreglar la cuenta de resultados de alguna empresa constructora o concesionaria española, que a la postre son primas hermanas. y de las gordas Eso sí, con en Sr. Bernanke imprimiendo así cualquiera se monta un plan EE. EE de EEUU. Aunque antes de descorchar la botella de champán... ¿De quien es ahora la mayoría en el Congreso.?
De no mediar la fiera oposición del Partido Republicano en el Congreso a expandir el gasto público, Estados Unidos estaría embarcado ya en el mayor esfuerzo inversor en infraestructuras desde que el presidente Eisenhower lanzó el Sistema Interestatal de Carreteras en la década de 1950. Tras su llegada a la Casa Blanca, Barack Obama ha tratado -quizás no con tanta habilidad que otros mandatarios en crisis anteriores- de aplicar recetas keynesianas como método para estimular la débil actividad económica. De entrada, el modesto paquete de estímulo aprobado en 2009 ha tenido una incidencia insignificante dada la envergadura de las necesidades.
Gracias, sobre todo, a los periodos de recesión en los que se hizo imprescindible abrir la cartera, EE UU puede vanagloriarse de haber creado una fenomenal red de infraestructuras sin la cual no se entendería su hegemonía. Hoy, sin embargo, la mayoría de esos servicios se encuentran en un estado tan deplorable e ineficiente que pueden convertirse en el talón de Aquiles de su desarrollo futuro. Una familia estadounidense media gasta al año más en transporte que en comida. Las carreteras, cada vez más congestionadas, cuestan unos 60.000 millones de euros anuales en productividad perdida y combustible desperdiciado. La mayoría de los grandes aeropuertos, abarrotados de pasajeros, pierden otros 7.500 millones a causa de los retrasos. Un tanto más podría decirse de las redes eléctricas, increíblemente anticuadas, o de los sistemas de conducción de agua y saneamiento.
Con ese telón de fondo, el Ejecutivo estadounidense acaba de llamar por segunda vez a las puertas del Congreso para que dé el visto bueno a una iniciativa de 38.000 millones de euros de cara a iniciar la modernización de las deterioradas carreteras, ferrocarriles y aeropuertos del país. Se trata del comienzo de un ambicioso plan valorado en 359.000 millones que mantiene en vilo a empresas punteras nacionales y extranjeras, entre las que tienen mucho que decir las grandes constructoras españolas con presencia en EE UU. En juego hay nada menos que la renovación de 242.000 kilómetros de carreteras y 6.438 kilómetros de líneas férreas, así como la rehabilitación de 241 kilómetros de pistas aéreas, además de nuevos sistemas de control de vuelo.
"Lo que necesitamos es un sistema inteligente de infraestructuras a la altura de las necesidades del siglo XXI, que fomente comunidades sostenibles con acceso más fácil a nuestros empleos, escuelas y viviendas. Y que disminuya el tiempo que pasamos viajando y aumente la facilidad de movimiento», ha declarado Obama después de admitir que su país está muy por detrás que China, la UE o Rusia en el porcentaje de inversión por habitante en este terreno.
En los cuarteles generales de ACS, Acciona, FCC, Ferrovial, Sacyr y OHL se sigue con atención el desarrollo de este plan, que podría ser crucial para su expansión en un mercado que consideran estratégico. No en balde, cuatro de las nueve mayores empresas concesionarias de autopistas del mundo son españolas y ese liderazgo les ha permitido obtener numerosas concesiones en EE UU. Destacan Cintra (Ferrovial), Sacyr, ACS y su participada Abertis, quienes gestionan más de 7.000 kilómetros de autopista en varios estados. El protagonismo de compañías españolas, francesas e italianas, con una larga experiencia en la gestión de autopistas de peaje, se presume dominante si la Administración estadounidense es capaz de articular el grueso de sus proyectos.
En el sector aéreo
En el capítulo de la modernización de aeropuertos, Ferrovial saca pecho con su participada BAA. La compañía ya gestiona totalmente el aeródromo de Indianápolis y parte de las instalaciones aeroportuarias de Pittsburgh, Boston y Baltimore. Otras potentes constructoras españolas están involucradas en procesos de licitación en marcha no estrictamente relacionados con los planes del Gobierno federal. Destaca ACS, que ha conseguido llevarse un proyecto de gran envergadura como la ampliación del metro de Nueva York.Por su parte, OHL, que ha adquirido varias constructoras locales, cuenta entre sus proyectos más destacados con la ampliación del metro de Miami, para conectarlo con el aeropuerto y la construcción del mayor intercambiador de autopistas del país en la misma ciudad. Asimismo, FCC fue galardonada recientemente por la construcción de la autopista I-95 Miami Express, su primera gran concesión en EE UU.
Pero si hay un sector donde las multinacionales españolas pueden colocarse con ventaja ese es el de la alta velocidad. Considerado por el propio Obama un modelo a copiar, las empresas que sustentan el AVE, encabezadas por Renfe, no paran de hacer movimientos de cara a colocarse con ventaja en el desarrollo los 11 corredores de alta velocidad proyectados. Uno de ellos, la línea Tampa-Orlando, pretende contar con el ferrocarril rápido más moderno del país, con unas prestaciones superiores a la línea Washington-Nueva York-Boston, cuyos trenes están lejos de alcanzar los estándares europeos. El propio ministro de Fomento, José Blanco, viajará a EE UU en breve para hablar del asunto.
Con ese telón de fondo, el Ejecutivo estadounidense acaba de llamar por segunda vez a las puertas del Congreso para que dé el visto bueno a una iniciativa de 38.000 millones de euros de cara a iniciar la modernización de las deterioradas carreteras, ferrocarriles y aeropuertos del país. Se trata del comienzo de un ambicioso plan valorado en 359.000 millones que mantiene en vilo a empresas punteras nacionales y extranjeras, entre las que tienen mucho que decir las grandes constructoras españolas con presencia en EE UU. En juego hay nada menos que la renovación de 242.000 kilómetros de carreteras y 6.438 kilómetros de líneas férreas, así como la rehabilitación de 241 kilómetros de pistas aéreas, además de nuevos sistemas de control de vuelo.
"Lo que necesitamos es un sistema inteligente de infraestructuras a la altura de las necesidades del siglo XXI, que fomente comunidades sostenibles con acceso más fácil a nuestros empleos, escuelas y viviendas. Y que disminuya el tiempo que pasamos viajando y aumente la facilidad de movimiento», ha declarado Obama después de admitir que su país está muy por detrás que China, la UE o Rusia en el porcentaje de inversión por habitante en este terreno.
En los cuarteles generales de ACS, Acciona, FCC, Ferrovial, Sacyr y OHL se sigue con atención el desarrollo de este plan, que podría ser crucial para su expansión en un mercado que consideran estratégico. No en balde, cuatro de las nueve mayores empresas concesionarias de autopistas del mundo son españolas y ese liderazgo les ha permitido obtener numerosas concesiones en EE UU. Destacan Cintra (Ferrovial), Sacyr, ACS y su participada Abertis, quienes gestionan más de 7.000 kilómetros de autopista en varios estados. El protagonismo de compañías españolas, francesas e italianas, con una larga experiencia en la gestión de autopistas de peaje, se presume dominante si la Administración estadounidense es capaz de articular el grueso de sus proyectos.
En el sector aéreo
En el capítulo de la modernización de aeropuertos, Ferrovial saca pecho con su participada BAA. La compañía ya gestiona totalmente el aeródromo de Indianápolis y parte de las instalaciones aeroportuarias de Pittsburgh, Boston y Baltimore. Otras potentes constructoras españolas están involucradas en procesos de licitación en marcha no estrictamente relacionados con los planes del Gobierno federal. Destaca ACS, que ha conseguido llevarse un proyecto de gran envergadura como la ampliación del metro de Nueva York.Por su parte, OHL, que ha adquirido varias constructoras locales, cuenta entre sus proyectos más destacados con la ampliación del metro de Miami, para conectarlo con el aeropuerto y la construcción del mayor intercambiador de autopistas del país en la misma ciudad. Asimismo, FCC fue galardonada recientemente por la construcción de la autopista I-95 Miami Express, su primera gran concesión en EE UU.
Pero si hay un sector donde las multinacionales españolas pueden colocarse con ventaja ese es el de la alta velocidad. Considerado por el propio Obama un modelo a copiar, las empresas que sustentan el AVE, encabezadas por Renfe, no paran de hacer movimientos de cara a colocarse con ventaja en el desarrollo los 11 corredores de alta velocidad proyectados. Uno de ellos, la línea Tampa-Orlando, pretende contar con el ferrocarril rápido más moderno del país, con unas prestaciones superiores a la línea Washington-Nueva York-Boston, cuyos trenes están lejos de alcanzar los estándares europeos. El propio ministro de Fomento, José Blanco, viajará a EE UU en breve para hablar del asunto.
0 comentarios:
Publicar un comentario